Quiero contarles de uno de los libros a los que más he recurrido en estos días mientras preparaba las clases. Se trata de una Ingeniería del Interior del gurú Sadhguru. Me resistí a leerlo por muchos años. Conocía su influencia, pero desde mi trabajo académico me costaba encontrarle valor a un gurú.
Sin embargo, le di una oportunidad y no me ha decepcionado. Se ha vuelto uno de mis favoritos para entender que es el desarrollo personal, desde una cultura ancestral que es tan opuesta a la de occidente. Ajeno a imponer paradigmas, con mucho sentido de humor y una sencillez que muchos expertos necesitan, describe lo que une cada uno de los bloques de nuestra personalidad. Ese cemento que nos vuelve humanos.
De ahí que el título del libro se diferencie de la mayoría de los libros de autoayuda. La ingeniería no sólo de una práctica que se aplica con rigor, sino del ingenio del hombre para iluminar lo que suele estar oscuro, como nuestro mundo interior.
Un gurú ingeniero
Sadghuru advierte en las primera páginas del libro, que el uso de la palabra gurú se ha vuelto un cliché asociado al que sabe mucho. Sin embargo, su significado literal es "aquel que disipa la oscuridad". No tiene nada que ver con adoctrinar o convertir a nadie, se trata de disipar las dudas
Cada sección recoge una enseñanza vital importante, y al mismo tiempo caminos para inculcarlas en nuestra rutina. Por ejemplo, Sadghuru observa que en estos tiempos la "búsqueda de la paz interior" es un tema recurrente y muy presente en la vida de las personas, incluso algunos lo consideran como el factor más importante de su existencia.
Sin embargo el buen humor, la alegría y la felicidad están vinculados a lo que nos sucede por afuera. Un dinero en el banco, diplomas en las paredes o logros profesionales expuestos. Mientras que las cosas que no se pueden medir ni tocar como las emociones o los sentimientos quedan rezagadas.
Pocas veces he sentido tanta sabiduría sin pretensiones. Más que sentirme en la silla de los acusados, me sorprendí reflexionando sobre lo cierto que sentí en esas afirmaciones. Cuantas veces he condicionado mi felicidad a creencias como "cuando baje de peso recién podré disfrutar de la playa" o "cuando acabe mi maestría recién haré lo que me gusta".
Somos, en palabras de Sadghuru, "una generación privilegiada que vive muy cómoda en este planeta, pero no somos felices, no somos serenos, no somos amorosos". ¿Por qué existe esa desconexión entre nuestro bienestar y nuestras emociones?
Conectando el mundo interior
Para responder a esta pregunta, Sadghuru nos hace dar cuenta que si de verdad queremos fortalecernos como personas, hay que tomarnos esa tarea en serio, "hacernos dueñas/os de nuestro propio destino". Una responsabilidad no entendida como una carga, sino como tomar consciencia de una misma.
Por ejemplo, "el cuerpo; esa máquina sofisticada que está diseñada sin demasiada intervención tuya", hace que tu corazón siga latiendo, respiras sin pensar, la sangre fluye sin más y todo en simultáneo. Pero sólo somos conscientes de esto hasta que nos ocurre algo.
Obligados a tomar conciencia sólo cuando el cuerpo se nos avería, nos lleva por el camino espinoso del por qué no me preocupe antes.
Esta conciencia de estar vivos es lo que une el mundo físico y del espiritual. Esa conexión invisible que nos permite tener mejores hábitos, que nos ayuda a expresar lo que sentimos, que nos obliga a dejar las apariencias, para sentirnos más nosotros mismos. Lo hacemos porque nos hace sentir bien.
Quizás otra forma de hablar de esta conciencia sea el amor. Creemos que este se encuentra en la atención y cariño que damos o nos dan, cuando en realidad el amor ocurre cuando inviertes en ti, cuando te esmeras en ser una mejor versión de ti misma/o.
Una última reflexión
Hace muchos años atrás tuve la oportunidad de realizar una exposición que titulé, ingeniería de sentimientos. Mi intención en aquel entonces fue la de reivindicar la vocación del trabajo social por elevar a las personas en su peor momento. Quería hacer visible una labor que muchas veces parece burocrática, pero que en realidad es la puesta en práctica del capital humano.
Si bien la charla fue interesante, fue muy complejo proponer caminos a seguir sin caer en los términos generales. Ahí radica la utilidad de la Ingeniería del Interior, cada capítulo encierra en sí mismo una enseñanza que puedes poner en práctica al terminar de leer. No es una lectura pasiva, es una lectura que motiva a la acción.
Te abre la puerta para aprender a vivir de forma más conscientemente y no tan reactiva y compulsiva. Te invita a volverte en una experta de ti misma. Una artesana que trabaja día a día en su mejor obra: una vida llena de bienestar.